TRIBUTO A LA PALABRA
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 La Gran Carrera de Supervivencia

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Bicerofonte

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MensajeTema: La Gran Carrera de Supervivencia   La Gran Carrera de Supervivencia Icon_minitimeJue Oct 17, 2019 7:04 pm

LA GRAN CARRERA DE SUPERVIVENCIA

La microscópica nave era sacudida por una estampida de veloces espermatozoides que con sus flagelos amenazaban con partirla en pedazos. El profesor Harrison tenía qué hacer hasta lo imposible por neutralizarlos a todos, para que solo el escogido pudiera llegar al óvulo…

Arthur I, el rey de Luvania quería que Elizabeth, su mujer, le diera un hijo para heredarle el reino. El problema era que él padecía de una extraña deficiencia genética que podría afectar al niño al irse gestando en el vientre de su esposa.
Los científicos Christopher Davis y Barney Harrison sabían que en cada muestra seminal del rey que analizaron solo 3 o 4 espermatozoides eran sanos y los 200 millones restantes tenían en sus genes el síndrome.

Se enfrentaron con la difícil misión de encontrar la manera de que uno de los espermas sanos fecundara a la reina… ¡Y Arthur I se había negado a someter a su mujer a una inseminación artificial separando un esperma sano de entre los demás que eran deficientes, pues quería que su hijo fuera concebido por él de forma natural y biológica!

El doctor Davis creó una nave compacta y resistente. La puso en la Cabina Reductora AZ-27… ¡Y la hizo del tamaño de la cabeza de un esperma!
El profesor Harrison observó por el microscopio la minúscula nave, la cual a pesar de su pequeñez, estaba equipada para la peligrosa misión que él mismo tenía qué realizar en el interior del cuerpo de Elizabeth.

Davis lo puso al tanto de los riesgos que él tenía qué enfrentar. Le dijo que entrara a la Cabina Reductora para hacerlo de tamaño microscópico... ¡Los dos científicos estaban a punto de enfrascarse en una gran aventura!
Una vez empequeñecido, Harrison abordó la nave y probó los micrófonos. Podía comunicarse perfectamente con Davis por computadora. Hizo una serie de descargas eléctricas neutralizadoras de espermas como prueba.

El doctor Davis colocó la nave junto con Harrison en un líquido especial y lo puso en una jeringa ginecológica.
Ya con esto, fue hasta el palacio del rey e inyectó el contenido dentro del aparato reproductor de la reina.
Una vez que Davis abandonó el recinto, el rey Arthur se dirigió a su alcoba y le hizo el amor a Elizabeth.

Mientras tanto, Harrison viajó hasta situarse cerca del útero. Ahí esperó a los espermatozoides que pronto iban a llegar en su loca carrera.
Davis comenzó a comunicarse con Harrison desde su laboratorio. Todo estaba saliendo bien y los sensores de la nave indicaron que los espermas ya estaban en camino.
Todos los espermas que tienen el síndrome podían ser identificados fácilmente, ya que su cabeza despide un leve destello rojo. Los 3 o 4 que se encuentran sanos proyectan destellos verde amarillentos.

Harrison estaba nervioso, ya que más de 200 millones de espermatozoides se dirigían hacia él. ¡Estaba en medio de una carrera muy extrema, donde solamente uno de ellos sobrevivirá!
La distancia que tienen los espermas hasta llegar al óvulo es de 15 a 18 centímetros… ¡Por su microscópico tamaño es como si fueran kilómetros!
La temperatura del interior del aparato reproductor se empezó a elevar y Harrison, por medio del radar, supo que ya estaban muy cerca.

La luz de la nave alumbraba todo el entorno…
Los primeros espermatozoides fueron rezagándose y el síndrome hizo que casi la mitad de ellos se fueran por otras direcciones… Unos daban de vueltas y otros no se podían mover bien en ese medio.
Y esa no era sólo una carrera de resistencia sino de velocidad… ¡Y había muchos que viajaban a más de 35 micras por segundo!
Harrison empezó a ver que la pintura de la nave se decoloraba un poco, y es porque estaba en un ambiente ácido. El pH oscilaba alrededor de 5.

De pronto aparecieron los espermas frente a él… La nave comenzó a ser sacudida por una estampida de raudos y veloces espermatozoides que con sus alargados flagelos amenazaban con partirla en pedazos.
Hizo denodados esfuerzos para esquivarlos y evitar los fuertes latigazos de los flagelos. Corrió la carrera junto con ellos esperando ver entre toda esa gran marea roja, a un esperma con brillo verde amarillento.

¡Pero los espermas empezaron a chocar con la nave!
Cada golpe era más fuerte y el doctor Davis que veía todo desde la cámara instalada en el exterior de la nave, tuvo qué gritarle con desesperación que empezara a usar las descargas eléctricas para repelerlos y neutralizarlos.
Así lo hizo... Una serie de chispazos provenientes de la punta del Neutralizador Eléctrico, dejaba a los espermas aturdidos en un solo lugar durante casi un minuto.

Pronto, Harrison controló la nave y corrió al parejo de los demás. Vio a un espermatozoide sano y se puso al lado de éste… ¡Y decidió protegerlo a toda costa!
Pero cientos de espermas se le adelantaron y varias decenas de glóbulos blancos del sistema inmune salieron al encuentro, ya que detectaron a los espermas como si fueran células extrañas y atacaron.

Muchos de ellos perecieron devorados o destruidos por las células defensivas de la reina. Harrison se topó con un glóbulo blanco que prácticamente se lo tragó con todo y nave.
Davis le indicó que actuara rápido y que conectara alrededor de la nave una barrera de energía eléctrica. Al campo de energía le dio toda la potencia posible y en unos segundos el glóbulo estalló como globo, liberando la nave.

Tuvo qué viajar más rápido para irse adelantando, y por medio de choques eléctricos neutralizó a decenas de espermas y a no pocos glóbulos blancos. ¡Fue una batalla agotadora!
Afortunadamente, poco antes de llegar al útero, el pH empezó a neutralizarse parcialmente y llegó a 7 para no dañar a los espermatozoides, y las Trompas de Falopio se comenzaron a contraer rítmicamente.

La nave llegó al cuello uterino y trató de atravesar el moco transparente que lo tapona, pero se quedó atascada.
Pero cuando llegaron los espermas, chocaron contra la nave y empujaron el moco de tal manera que Harrison se vio despedido violentamente al interior del útero… ¡La Trompa de Falopio donde está el óvulo, ya estaba cerca!
De los más de 200 millones que comenzaron la rauda carrera, ya sólo quedaban unos pocos miles de ellos. Eran los más veloces y le estaban costando mucho esfuerzo a la nave para tratar de repelerlos y neutralizarlos.

En las Trompas de Falopio, muchos espermatozoides se quedaron pegados a las paredes, agotados y sin fuerzas para continuar…. ¡Y el óvulo ya se alcanzaba a ver!
A estas alturas de la carrera, sólo unos cientos de los espermas pudieron llegar hasta aquí. Sin perder la vista del espermatozoide de luminosidad verde amarillenta, la nave llegó hasta el óvulo y empezó a disparar contra todos los espermas rojos que se iban acercando para neutralizarlos.

Fue un esfuerzo agotador. Harrison logró acabar con más de 350. Hizo hasta lo imposible por neutralizarlos a todos, para que solo el escogido pudiera llegar al óvulo…
El esperma sano se acercó y él se hizo a un lado para dejarlo llegar al óvulo… ¡Pero eran 2 espermas que venían juntos, uno al lado del otro y que estaban sanos! ¡Uno era del tipo ‘X’ y el otro del tipo ‘Y’!

Iba a perforar el óvulo el esperma ‘X’ y Davis le dijo por el micrófono que lo destruyera y que dejara pasar al ‘Y’ pues el rey quería un varón heredero y no una niña.
Con un poco de dolor, ya que gran parte del camino estuvo custodiando a ese esperma en especial, lo deshizo con una fuerte carga de electricidad… ¡Y el esperma ‘Y’ comenzó a romper la capa superficial del óvulo!

Al entrar, el mismo óvulo produjo una coraza a su alrededor para que ningún otro espermatozoide pudiera fecundarlo… ¡El esperma ‘Y’ sano había ganado y todos los demás fueron muriendo y tragados por los fagocitos! ¡La misión había sido un éxito!

La reina Elizabeth estaba embarazada. El rey Arthur los recompensó donando un laboratorio equipado con la más avanzada tecnología.
El doctor Davis extrajo la nave del útero de la mujer del rey por medio de una sonda y regresó a Harrison a su tamaño normal. Nueve meses después nació Arthur II, el digno heredero que años después reinó sobre Luvania…

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