No es vago tu silencio ni maltrecho
tu andamiaje,
el espesor de tu dolor confluye
en una tarde como hoy.
Sabes que del tronco enmohecido
un silente tallo amanece
para aplaudir el nuevo día
y la paz que encierra tu verdad
es un carisma al que adscriben
los pájaros.
Uno a uno los motivos
vociferan desde lo alto
de tu empinada mansedumbre
de árbol.
Yo sé que tu corazón
vivifica el asombro
y sé que tu ternura
reimplanta nueva vida.
La longevidad de tu espesor
y la dureza de tu madera
hacen posible este coloquio,
este espectáculo de cono
y de sombras.