Tù, lenta y apasionadamente,
te desnudas para mi;
mientras yo,
en la puertas del delirio me desangro.
Respiro el aroma de tu sexo en libertad
y mas que nunca te deseo.
El velo de la noche nos envuelve
bajo una mística unción
-la luna sabe de estos menesteres-
y nos confirma criaturas desiguales.
Apuro un aplauso a las estrellas
y me desnudo junto a ti.
Estamos frente a frente y
libramos esta batalla de ardor y rima,
conjugamos el verbo en voz presente
hasta que el cansancio nos atrapa.
Estamos concebidos, tú lo sabes,
como fieras de la selva para amarnos...
¡Volvamos, otra vez, a rugir como leones!