Abasto de mis ojos son tus crecidos pechos
que fulgen cual un sol de enamorados labios,
miel de los deseos puros de las bocas amantes
que aleja a la avaricia coronando a la gloria.
Perfección de un embrujo en un retablo vivo
que dignifica toda la gracia de tu ser
como una escena pródiga de caricias y besos
en un rústico otoño o en una primavera.
Níveos son los fluidos que laten en tu savia
que conjuga el calostro sobre ti amanecido
y recrean la vida de todo ser pensante.
En tus crecidos pechos la luna ha perdurado
y eclipsado sus ojos resarciendo al tiempo
toda la humedad tierna de tu pezón morado.
En esta noche quiero soñar con tus maduras
frutas y deleitar el mosto de tu envase.