A tí, lograda pluma que bien pintas
los escenarios muertos sin fronteras;
a ti, que lisonjera el tul repintas
con tu grafo en alza, las praderas.
A ti, sufrido corazón en cintas
que por tu celo enorme desesperas
enarbolando voces tan distintas
para romper de cuajo las zonceras.
A ti, bastión perfecto en armadura:
la guerra nada pudo, ¡ni acallarte!
ante el estricto gozo, la escritura,
repulgue fino o sangre que trepida,
y surca por los tiempos y supura,
el aliento supremo de la vida.
Ajusticiar la letra, la metralla,
no pudo, ni perimetrar la valla.
(Ante ti, OH letra, muere la osadía
y la cobardía del pronombre).