Una mañana, muy temprano, en que tú no estabas
por la senda, comencé a caminar solitario
mientras un ave blanca sus alas desplegaba
tímidamente, sobre un gran cielo hospitalario.
Y un Febo clamoroso naciendo a mis espaldas
acariciando iba a las flores con dedos de oro,
y el bosque amanecía con tinte de esmeralda
y había un arroyo transparente y muy sonoro.
Caminaba y preguntaba por qué Dios no me dio alas
para volar como el ave blanca por los cielos...
y comprendí que Dios puso pluma y letra en mi alma
para volar en sueños y plasmar los anhelos.
Y contento me puse a vislumbrar el paisaje,
y al percibir la fragancia dulce de la rosa
me imaginé libélula en medio del follaje
y que besaba a la flor cual una mariposa.
Una mañana muy temprano en que tú no estabas,
por la senda, comencé a caminar solitario
mientras un ave blanca sus alas desplegaba
tímidamente, sobre un gran cielo hospitalario.
Y eras tú, mi Alondra, que tus alas desplegabas
tímidamente, sobre un gran cielo hospitalario
Y eras tú, mi princesita blanca, quien volabas
mientras caminaba yo por la senda solitario.