Alma que anhela el brillo del alba
y quiere su luz asir entre sus alas
jugando a ser paloma.
Alma que busca el fruto del cielo
entre la nubes y quiere ser brisa
para acariciar los pámpanos.
Alma que grita en soledad su pena
junto al olivo, el cual no escucha,
y entonces, ella, permanece muda.
Alma que raya el desconcierto
y quiere ser ungüento
de la tierra zaherida.
Alma que sueña entre los campos
amarillos el fulgir de las mieses
y pretende ser espiga.
Alma que anhela de tu boca la poesía
de la lengua
y se arropa de tu humedad de novia.
Hoy el alma espera en su lecho
la palabra milagrosa que dé sustento
al barro
y le permita ser un cuerpo
dibujado por el alfarero con sus manos
y entonces ser, potencia y vida.
¡Antes de morir, quiero amarte, mujer!