Ahora me miras por el impulso
que la natura hizo en mi cuerpo;
ahora me miras al ver que crece
el fruto de un ejercicio consentido;
ahora me miras porque sabes que
la gracia resplandece en mi panza;
ahora me miras porque tienes esperanzas
de dignificar tu nombre
de hacer valer tu apellido.
No, cariño, ahora no quiero verte
ahora, no quiero tu falso amor,
ahora quiero ser yo, solamente, yo
madre y ama de este niño.
Serás padre de este valor concebido
tendrás derechos naturales;
pero todo el ejercicio del amor
que no supiste dar
por besar otras mujeres
potenciará mi aplomo
para negarte un lugar en mi vida,
en mi alcoba y en mi casa.
Cuando nazca el o la bebé
tú, no estarás conmigo
porque tu amante estará a tu lado;
este hijo tuyo y mío
crecerá conmigo en ausencia de un padre.
No reclames luego, toda su querencia.
Un apellido no es cariño, ni amor, ni atadura,
es apenas una letra de la ley, una costura.