En la memoria quedará la esencia
de un amanecer,¡Padre de mi vida!,
y también, quedará siempre encendida
la antorcha de tu amor y tu presencia.
A mi Hacedor, le digo, que la ausencia
en este plano, vuelve transfundida
la fe, por otra piel entretejida
de laureles de gloria y de inmanencia.
Llevo en mi carne, verbo de tu verbo.
Esperma soy de ti, ¡llevo tu apellido!
como corona regia de tu raza,
Siempre podrá la huraña hundir su maza
¡mas herir, no! a ese espíritu aguerrido,
que tras polvo dulcificó lo acerbo.