Son tus pechos la llave del delirio
a cuyo embrujo doy, el alma toda
y no reniego a padecer martirio
ni a sufrir el escarnio que incomoda
si por besarlos hallo ese colirio,
el que transforma mi pasión en oda.
Imaginome ya el púrpura lirio
contra mi labio estremecido en boda.
¡Regálame tus pámpanos lozanos,
el fruto del amor y la ambrosía
hasta encontrar, en ciernes, la agonía!
¡Obséquiame la miel de tus manzanos,
la flor de tu pezón tan diamantino;
pues beberé de ellos, el dulce vino!
y viviré de ti, regocijado
y viviré por ti, transfigurado
Hasta saciar mi sed de legendario
en un amanecer desnudo y plácido
asimilado a todo tu fermento.