El yo, Quijote

He prestado a la España mi hidalguía
y he muerto infinita veces tras fingir
el avatar de la espina y el suceso,
nublado mis ojos en la tarde;

He dejado mi mancha en el papiro
y una mueca de mi ser
traspirada de locura
y mucha fe.

Doblé la esquina tras la falda
y rompí el tedio
con mi amigo, el escudero,
y predecir supe
como andante caballero
el tiempo venidero
y embárgame, hoy, la nostalgia.

No tuve granadas ni hubo esquirlas
ni templé mi espada
en el ombligo de la zozobra
con sangre homicida.

Sólo patiné en la fábula
y dejé mi marca augusta
en el libro del delirio
y respiré la aventura
y el sano cortejo
que prodigó mi osatura.

En un collage de mil pedazos
estafé el asombro
y transpiré otra sinfonía.

Supe dar el vientre a la liendre más estricta
y amonesté en pedazos la soberbia
y nunca claudiqué.

Nadie me palmó en el hombro
ni me dijo, ¡caro amigo!
(era de esperar)

Hoy mi cordura está intacta...
(No, mi rocín, que yace enflaquecido)

Me doy cuenta que mi travesía
fue una gesta y una lápida
¡lejos el mundo esta de mi soñar
inmerso en su apatía!

¡Escudero, tomad los talentos que habéis ganado
y vete, ya, a tu casa!

que lindooooooo

Besos