Fuego que vira al rojo más intenso
y amonesta a la liendre de lo oscuro;
tu faz tan coloquial de átomo puro
¡Jamás apagará su amor inmenso!
y bañará de resplandor e incienso
a través de las eras, el futuro,
de nuestros campos, de trigo maduro
tras morder las espigas el ascenso.
Derramarán las lluvias sobre el quicio
en esta fértil tierra coronada
y tú, serás caricia, beso y canto,
que alabará el labriego, en el solsticio
-la vida en la semilla fecundada-
por la virtud del rayo y de tu encanto.