Otra vez el labio de tus pasiones
en mi lengua
y otra vez, el grito y la aurora.
(Confluyen los planetas
en un frenesí constante.)
Y ya me acerco a ti, tras el dulzor
de tu genuino tiempo.
¡Adoro tu feminidad
y adoro tu savia y tu flor!.
Soy parte de tu encumbrado brillo,
toda vez que participo de tu alegría
y dejo
en tu vientre mi augusta limosna.
Yo te adoro como eres.
Perfecto, es el emblema rosa
que corona tu naturaleza;
y ese esquema me nutre
y me da vida.
Te amo en sesiones
como elucubrando destinos nuevos
y en la pared, tus pezones,
me convierten en un salvaje bramido.
Soy azúcar y almíbar
que amanece en resacas
de fino licor
tras haberte prodigado el minuto
de gloria.
Y siento, otra vez, el deseo
de musicar la fibra de tu cuerpo
con caricias y besos
en este pentagrama absoluto de sexo y amor.
Y, así será,
hasta que nuestros cuerpos crepiten
en llamas,
hasta que el ansia
repiense el alarido
y nuestro son ...
en un aullido, biunívoco,
¡consiga destronar el arpegio de los pájaros
y la luminosidad del alba!.