¡Sobre las aguas, vivo! ; ¡Sobre las aguas, muero!
dejo mi pompa al cielo, navego sin atares;
ni brújula ni mapas marcan mi derrotero...
Yo dirijo el timón de mi ruta y avatares.
Ni a los alisios llamo ni a los mistrales quiero,
yo gozo de la gracia que forjo en mis soñares
y en mi chalupa soy señor y marinero
amante de sirenas, o ninfas singulares.
No, tras la perla voy, de los tesoros griegos
ni el cáliz me seduce de césares romanos
ni la porcelana busco de milenaria china.
Ver, yo solo procuro, de la luna sus pliegos
y su pezón radiante, de su faz que alucina
soñando con su fe y su luz sobre mis mares.