Mágico y rozagante abrióse en flor,
en tu jardín, el beso diamantino;
creció tu juventud y tu candor:
¡el odre de tu seno y de tu vino!
Amé la plenitud y gocé el sabor
de los sarmientos nuevos de tu sino
y me embriagué de vos y de tu amor,
paladeando el pétalo más fino.
En tu cuerpo hallé toda la hermosura
del mundo,¡lo turgente!, ¡lo encomiable!
¡negué la fiebre tosca del corsario!
Por tu calostro amanecí en criatura
he llorado en tu regazo amable
¡y siempre, siempre, alabaré tu ovario!.