Arpón de luces y sombras en el retablo vivo de tu naturaleza marina,
Muerdes tus labios de pasión en la alborada
Y sientes tu piel adherida a las frenéticas embestidas de dragón sobre las olas;
Pero te acongoja la tarde y
Sientes alivio cuando el remolino insinúa su alarido crestal.
No temes a la estocada del elemento de la fortuna
Pero tampoco eres un bravo.
Así, tu tibieza es negada por el destello
Y tú mismo, conspiras con las olas.
Es un océano tu vida,
Un azul intensamente anidado a tus ojos
Para desflorar el himen
Con el erecto miembro del pensar.
Pero, tú, arponero vives abajo
En el imaginario...
Y confundes la tinta con la savia.
Te acurrucas entre las almejas
Para descubrir el asombro
Y viertes tus letras con un aire triste
Sobre el mar.
¡Ay, arponero, lloro por ti!