Nunca mi mano tocará la inválida
de la moneda cruel del embustero;
mi testamento dejaré tras pálida
cuando amoneste el sol mi derrotero.
Y flotará mi verso tras la cálida
o la mágica brisa de un enero;
cuál una mariposa o cuál crisálida
besaré a la flor tierna en el cantero.
Yo seré polvo, mágica palabra
escrita en las vertientes venideras
resucitado como Cristo verbo;
y abierto al corazón que goza y labra,
te dejaré mi letra como acerbo
¡Yo seré polvo!, ¡tú, mis primaveras!.